Realidades en un mismo cajón.

Voy a enmarcar un momento en el hoy, para reflexionarlo un poco en voz alta mientras de alguna forma, intento encajarlo en el ya ayer... Se ha dado un situación en el que por un instante, cuando todo terminó, no sabía cómo sobrellevarla. Por motivos personales y acausa de mi operación en una mano y estando a la espera de la otra, de no encontrar trabajo y de otras cosas que me tienen literalmente "ahogado" en muchos aspectos, no solamente vendo los productos que yo mismo he creado sino que también estoy vendiendo algunos de los materiales que no usé.

Los vendo sin querer hacerlo, con mucha pena por que ahí se van muchas posibles oportunidades de crear, de aprender, de crecer... Una persona, la cuál, no voy a dar su nombre ya que es conocida para mí, se pone en contacto conmigo para comprar una caja que tengo disponible con parte de este material. Por una parte me ilusioné, no lo pude evitar, por que aún al estar muy rebajado ese material, al menos, lo vendía. Casi algo perdiendole al costo, pero se vendía.


Situación hablada, se hace la quedada y todo bien. En el momento de la transacción baja su hija pequeña, aún pequeña por que tendrá como unos 10/12 años más o menos que yo desde mi torpeza no sé bien calcular, saca su monedero y con una educación absolutamente MARAVILLOSA, me pide disculpas porque tendría que pagarme en monedas aquella caja con rocallas de colores ya que no tenía billetes y los cuales, en realidad, tampoco eran necesarios ya que a pagar eran sólo 7€. A todo esto, yo le dije que no pasaba nada, es dinero y como tal iba a usarse igualmente y que no tenía porqué preocuparse por eso.

Ella, con muchas ganas e ilusión puso el dinero en la palma de mi mano operada y ahora recuperada pero que tantos quebraderos de cabeza me ha dado, y yo mientras tanto, cogía y sacaba de la bolsa aquella caja llena de rocallas de 15 colores distintos, un compartimento de emojis y otro con un popurrí de los colores anteriores. Sentí, o esa fue mi percepción, que ella estaba muy feliz e ilusionada cuando vio aquella caja tan colorida llena de tanto quehacer. No me dijo que haría con ella ni tampoco que tenía pensado. Me pareció que no debía de hacer una pregunta en la que sólo tenían cabida ella y su creatividad.

Escuchó cada una de mis palabras mientras yo le explicaba cómo funcionaba la caja, de ésta podía quitarse algunas "paredes" para ensanchar huecos pero que claro, eso haría que se mezclará todo y que en mi opinión así estaba más ordenadito. Ella, ilusionada, cogió la caja y subió a casa dándome las gracias por todo. Mientras se cerraba aquella puerta del portal y esperaba a que ella subiera y desde el porterillo me dijera que ya estaba en casa, me quedé pensando en voz alta: "mira, si Dios quiere, otra artesana entre nosotros".

Confirmada a los pocos segundos que ella ya se encontraba en casa, yo giraba la esquina de su bloque sin saber muy bien que es lo que había pasado. Por un momento me sentí feliz por que vi la ilusión en ella y sus ganas de hacer miles de cosas, pero mi felicidad no era exacta. Quizás no era felicidad. Quizás es uno de estos sentimientos que se nos vienen a la mente y que no siempre podemos catalogar. Luego me sentí sólo, porque pensé que nadie me entendería y que me dirían lo absurdo de todo esto en plan: "es una caja con rocalla, no hay más, no le des más vueltas". Pero dónde otras personas ven una caja de rocallas, otros vemos cómo ese infinito como se acerca hacia nosotros y nos hace crear lo imposible, lo que pensamos que no seríamos capaces de hacer y aquello que una vez imaginamos y que ahora teníamos las herramientas para poderlo hacer...

Por un momento sentí que aquellas oportunidades que estaban guardadas en la caja, aquellos quizás, aquellos "vamos a probar", aquellos posibles, de momento, al menos de momento, no eran para mí. Aquellos posibles ahora estaban en sus manos y que independientemente de lo que quiera hacer y haga con ellas, ahora mis posibilidades eran suyas y no las sentí perdidas. Esto me recordó a cuando yo andaba curioso entre piedras naturales con 20 años soñando qué iba a crear y no pude evitar ponerme triste al pensar cuántos años llevo en esto, cuánta lucha llevo tras de este sueño y en qué hoy una niña de 10/12 años me ayudado con su compra a pagar, en este caso, otros materiales iguales de necesarios para otras creaciones poder terminar...

Mientras cruzaba ese corto semáforo se me vino a la mente aquella frase de "Quien bien te quiere, te hará llorar", pero claro, aquí no hay vencedores ni vencidos. Aquí estoy yo, siendo agradecido por ayudarme a salir adelante, pero se me hizo inevitable pensar en porqué algo que tanto quiero, admiro y me hace aprender me hace eso. En porqué, aún a pesar de lo complicado que han sido estos años yo he seguido luchando por un sueño que quizás, de alguna manera, sea equivocado. ¿Cómo saber que "el sueño" es el acertado? Aquí no hay colchones que nos ayuden a comprobar nada ni almohada que nos coloque las ideas en su sitio. Aquí estoy yo, cruzando este semáforo pensando en lo agradecido que estoy pero en lo triste que me siento por vender una cajita con materiales llenos de quizás que al final, han sido invertidos en otra persona.

Luego quise pensar: "no pasa nada Joaquín, porque lo que no te mata, te hace más fuerte". Pero yo no había luchado contra dragones ni había salvado a princesas de sus calabozos. Yo había hecho una venta, una simple transacción que resultó ser más emocional que simple. Y mientras seguía mi camino, algo desanimado, me vivieron a la mente las palabras de la actriz Toni Acosta en el programa "La Noche D" en televisión española y presentado por Dani Rovira en la que ella hizo con nosotros una reflexión muy necesaria en la que decía algo así como: "Los sueños no se cumplen como aquél que cumple años, los sueños se curran, se madrugan, se estudian y se trabajan muchísimo y a lo mejor, algún día, éste se hace realidad, pero no sé cumple".

A punto de hacer 11 años desde que empezara a rebuscar entre las cajas aquellas piedras naturales que al día siguiente serían pendientes, formarían parte de collares o días como hoy, en los que se plasman en forma de estas ideas o reflexiones que comparto aquí con vosotros/as tan personales siento que quizás me equivoqué de sueño. Quizás me equivoque de proyecto, de meta, o de cómo se quiera ver. Pero en mí, está la necesidad de crear... De coger dos piedras y unirlas para un futuro pendiente, de agarrar ese polvo cerámico y unirlo en su justa medida con el agua suficiente para crear lindas figuras que formarán parte de futuras creaciones o de pillar ese cacho de papel que nos echaron en el buzón en el que por una cara dicen comprar pisos y en el que ahora, tanto por delante como por detrás, se ha visto inundado por miles de palabras que daban forma a esta reflexión.

Así que, fuera de lo que tenía planeado en mis quehaceres diarios y pensando en los sueños no cumplidos, en aquellos que me quieren y me hacen llorar, en aquellos que no me han matado pero que en alguna medida ha formado parte de alguna que otra lesión, fijaba la vista en esa preciosa nueva colección, montada ya en mi cabeza, sin darme cuenta que gracias a esta transacción, inconscientemente, he podido apreciar cuánta puede ser la ilusión o la tristeza que podamos guardar cada uno en nuestro cajón y que quizás y sólo quizás, los más sagaces, puedan ver estos sentimientos reflejados en nuestra creación.


Joaquín Cruz Romero.

Comentarios

Entradas populares