Me perdoné la mentira.

Un día me prometí ser feliz. Y me engañé. Inconscientemente, claro. Pero me mentí, me prometí una cosa que no podría tener siempre. Que podría tener estacionalmente... A ratos, a momentos, pero no siempre. Me perdoné la mentira mirando a mi alrededor y viendo como a los demás, les pasaba lo mismo. Viendo como los demás no eran felices todo el tiempo, pero lo disfrutaban mucho el tiempo que lo eran. Así que me perdoné la mentira... Hasta el punto de no considerarme engañado dado que hay veces que lo consigo y veces que no, como todos. Entonces me hice una promesa mucho más coherente, me prometí en primer lugar tener más sentido común con lo que me prometía (cosa que me pareció muy necesario) y en segundo lugar que intentaría disfrutar de algo que me hiciera feliz. Me prometí que si una cosa me gustaba, no dejar de hacerla. Me prometí que si ahí me sentía agusto, volver cuándo pueda. Y me prometí mucho más, pero... No siempre puede ser... ¿No?


Joaquín Cruz Romero.

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